Aquel día nos dejó innumerables recuerdos, pero lo mejor fue ver como Patricia y Pedro paraban el tráfico de la Plaza de la Independencia -arriesgando su integridad física- para acceder a los deseos del fotógrafo: Hacerles una foto bajo la Puerta de Alcalá.
También estuvo muy bien ver la cara de otra novia que bajaba de su Rolls-Royce en aquel momento, cómo los miraba con envidia: Ella también quería esa foto.
El consejo de siempre: Si ese día no se va a repetir… ¡disfrútalo al máximo y será inolvidable!